A lo largo de la historia, al investigar y estudiar nuestra trayectoria como especie en el planeta tierra, hemos descubierto que pequeños hitos han sido el detonante de grandes saltos transformadores, dando comienzo a nuevas etapas en el desarrollo de los modelos de vida del propio ser humano e incluso en el modo de pensar.
Los cambios históricos se aceleran
Este proceso histórico, tuvo en sus comienzos saltos evolutivos muy distantes, pasando miles y miles de años entre sí. Sirve de ejemplo, el tiempo transcurrido entre el hito de emplear simples piedras arrojadizas para la defensa del ataque de animales hasta el empleo de piedras afiladas con las que no sólo defenderse de ellos sino el poder cazarlos. Esto generó un cambio radical en el estilo de vida y alimentación, pasando así de la era de la recolección silvestre de vegetales y frutas a la era de la caza y consumo de carne. Así, en cada hito se han abierto más posibilidades, mejorando la tecnología para conseguir mejores resultados, en principio. [caption id="attachment_1820" align="alignnone" width="729"]
Foto: Johanna Pung, for Wikimedia Deutschland (Wikimedia Deutschland) [CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons][/caption]Este proceso de desarrollo ha ido acelerándose en los últimos milenios y, más especialmente, en los últimos siglos, en los que hemos vivido varias revoluciones industriales cada vez menos distantes en el tiempo (de décadas, años, meses, e incluso días). Es el resultado de vivir en un mundo más hiperconectado que nunca, gracias a internet, donde las distancias y en consecuencia el tiempo, dejan de ser una barrera. Por todo ello, podemos decir que el futuro ya es presente.
Estos saltos son ocasionados generalmente por crisis sistémicas y disrupciones tecnológicas que cambian los modelos de producción, consumo, distribución y comunicación, y el estilo de vida en su conjunto.
Esta dinámica se consolida en la cultura occidental, puramente material y antropocentrista, donde el “progreso” sigue una linealidad que va adoptando forma exponencial, que parece no tener límites. Muchas veces y cada vez con más certeza, esta tendencia acelerada se puede volver en contra de la sostenibilidad de los modelos de vida en el planeta tierra, es decir, del bienestar. Es evidente que existe un gran desfase entre el desarrollo tecnológico y el desarrollo humano, lo que pone en riesgo un futuro armónico entre la tecnología, el ser humano y toda forma de vida y ecosistema del mundo tal y como lo conocemos.
Afrontando los grandes retos de la sociedad
En el futuro inmediato, como sociedad global, tenemos por delante varios retos que afrontar, como son los objetivos del milenio
marcados por Naciones Unidas, el cambio climático, y la distribución y democratización del bienestar y soberanía integral desde diferentes dimensiones (las personas, las comunidades, las organizaciones, los pueblos, las ciudades, las regiones y estados). Sin duda, necesitamos encontrar un equilibrio caórdico entre el desarrollo humano, cultural y tecnológico, la diversidad de modelos económicos, el cambio acelerado, el cada vez mayor empoderamiento ciudadano, y las bases regulatorias necesarias para facilitar el proceso con garantías y seguridad -sin convertirse por ello en un lastre.
Una clave fundamental para garantizar que este proceso sea viable es que la ciudadanía asuma la co-responsabilidad de co-producirlo activamente con el resto de agentes y entidades públicas y privadas implicadas.
Si algo aspira a ser realmente democrático y no representativo, tendrá que ser desarrollado democráticamente entre todos. Por eso es tan importante la visión sistémica, donde aplicar en cada dimensión las acciones y decisiones más efectivas, personal, interpersonal y transpersonalmente. Para llevar a cabo este modo de pensar y actuar, los modelos productivos centralizados tan arraigados en el siglo XX, tendrán que dar paso a modelos más resilientes y adaptables al cambio, como son los modelos descentralizados y distribuidos, es decir modelos en red o malla, opuestos a los modelos convencionales adoptados por ejemplo por los estados o las corporaciones. [caption id="attachment_1805" align="aligncenter" width="746"]
Foto: Martin Grandjean (CC-BY-SA)[/caption] En plena era digital, y mientras que internet siga siendo libre, podremos crear esos modelos en red donde la dimensión global y local puedan estar estrechamente combinadas. La era digital y la cultura abierta asociada están democratizado los modelos de producción digitales -que también comienzan a adentrarse en los entornos analógicos-, creando no solo la disrupción de las industrias sino también su transformación mediante la innovación en valores humanos. Esto está promoviendo la transición a una nueva civilización. Estamos ante una gran oportunidad, si sabemos emplear bien las herramientas y tecnologías de las que disponemos actualmente.
Transición hacia la Transformación
Esta transición hacia algo transformador y desconocido está avanzando con fuerza por el impulso del modelo de la Economía Colaborativa, que ha sabido fusionar la economía digital con el concepto del empoderamiento de las comunidades y la colaboración basada en la confianza entre ciudadanos. Esto ha provocado que en pocos años haya alcanzado la dimensión global, afectando transversalmente a todos los sectores económicos tradicionales, generando modelos productivos, donde la escala óptima de producción es la que desde OuiShare denominamos la del ‘ciudadano-productor’. Este ciudadano genera directamente valor a través de la puesta en actividad de sus propios recursos (bienes, habilidades y conocimientos) habitualmente infrautilizados, y otros modos de intercambio de valor y cooperación entre ciudadanos. De este modo, la economía colaborativa se convierte en una economía complementaria a la tradicional, un puente que permite la entrada de otros modelos que conformarán la siguiente versión de esta economía colaborativa; una propuesta de transición hacia un futuro incierto. Es cierto que los siempre tan “ávidos” modelos capitalistas se están adelantando, aprovechándose de la apertura de la economía colaborativa, pero con ello están adoptando posturas más colaborativas y generando la oportunidad de difundir con mayor rapidez las bases de la colaboración, sobre las que otras economías puedan mejorar desde su integridad, como la economía social y solidaria o la economía circular.
Para hablar y compartir conocimiento sobre todo ello, los próximos 19, 20 y 21 de noviembre el Park Tecnològic de Barcelona acogerá OuiShare Fest Barcelona. Un evento organizado por el think and do-tank de la Economía Colaborativa, OuiShare, que tiene por misión impulsar una Sociedad Colaborativa, el puente desde dónde transitar hacia la transformación que nos permitirá afrontar los retos del siglo XXI. La cita se organiza en 7 tracks de contenidos entre los que se encuentran estas reflexiones sobre el “Nuevo modelo productivo”. Dentro de él, hablaremos de cómo confluyen la Economía Colaborativa y otros modelos como la Economía Social y Solidaria, la Economía Circular, la Economía directa, y analizaremos también conceptos como la FabCity, Infraestructuras Ciudadanas, Procomún, Modelos P2P.
Artículo Escrito Carlos G. de Juan
Activista en OuiShare y Track Líider de “Nuevo modelo productivo” para el OuiShare Fest Barcelona. Del mundo de la Arquitectura al mundo de la Sociedad Colaborativa. Motivado en Crear&Hackear modelos de abundancia para una sociedad cooperativa, abierta y solidaria. @CarlosGdeJuan #HolisticDesigner #CivicEmpowerment [Foto portada: Acky24, bajo licencia CC0 Public Domain. Texto editado por Isabel Benítez.]