Hace tiempo que los ciudadanos dejaron de ser meros consumidores para convertirse en agentes de cambio. Hoy participan de forma directa en la resolución de los principales retos de las ciudades en las que habitan mediante sus ideas, su talento y su capacidad de innovación. Las personas son el único motor y futuro de la smart city. Bancos de tiempo, crowdfunding, nuevas monedas, espacios de coworking, grupos de consumo, coches compartidos, fab labs,… Las ciudades se están transformando y están volviendo a situar a las personas en su centro. Aunque, en realidad, deberíamos decir que son los ciudadanos quienes han decidido coger las riendas de su destino y construir un nuevo modelo que, entre otras cosas, está potenciando la maximización en el uso de los recursos, evitando la producción de residuos y cambiando el ciclo de vida de los productos. Los ciudadanos están reutilizando, re-fabricando, reparando, inventando y reinventando. Y todo ello colaborando entre ellos mismos, porque han decidido tomar parte activa en la construcción de la ciudad en la que viven y, además, hacerlo de una forma muy concreta. En definitiva, estamos presenciando la conversión de unas ciudades que, sin haber cambiado demasiado su aspecto exterior, están transformando lo que se mueve dentro de ellas en dos direcciones: una, con un nuevo modelo social basado en el empoderamiento ciudadano y la recuperación de la relación entre las personas (vecindad); y dos, con un nuevo patrón productivo que ahorra recursos y que por tanto es más sostenible y competitivo.
Los ciudadanos están reutilizando, re-fabricando, reparando, inventando y reinventando.
Esto que parecía complicado está siendo posible por una razón muy evidente: nadie mejor que los ciudadanos conoce las ciudades y, por tanto, sus necesidades, sus problemas y las soluciones a los mismos. Pero para poder continuar por este camino ¿qué papel han de tener las ciudades? Parece bastante claro que deben garantizar y proveer un entorno estable y seguro que facilite:
- las relaciones entre los distintos actores de la ciudad para saber qué se necesita, quién puede ofrecerlo y cuándo;
- la innovación abierta, en su sentido más amplio, no sólo entendida en términos tecnológicos;
- y la innovación colaborativa entre ciudadanos en el sentido de creación, no sólo como un intercambio de objetos o de conocimiento.
Hasta ahora, ciudades de todas las regiones del planeta están abordando proyectos para dar respuesta a sus problemas más acuciantes, que tienen que ver con el tráfico y la movilidad, la energía y la sostenibilidad, el uso de los recursos, etc. Pero ha llegado la hora de incorporar nuevos retos y nuevas perspectivas para solucionarlos. Por ejemplo, ¿por qué no promover la colaboración para mejorar la salud si esta es la principal preocupación de los ciudadanos?, ¿por qué no juntar expertos en salud y bienestar con expertos en tecnología, diseñadores y ciudadanos para dar una respuesta a sus preocupaciones? Este parece el camino a seguir y ya hay algunos proyectos que van por esta senda, como Smart City Hack, un proyecto para smart cities lanzado desde Barcelona que da un paso más para involucrar a los ciudadanos en la resolución de los retos de las ciudades mediante sus ideas, su talento y su capacidad de innovación. Sólo sobre esta base se podrán seguir resolviendo los desafíos que afrontarán las urbes en los próximos años y garantizar que cada vez más ciudadanos de más países accedan a los recursos y oportunidades del planeta en condiciones de igualdad. Foto de portada de Pedro Fernandes / bajo licencia CC BY Artículo escrito por María Cortés Tirado
Directora de Comunicación en dotopen. Periodista con experiencia en prensa escrita, televisión, medios digitales, comunicación corporativa y social media. Su trayectoria profesional ha estado ligada al mundo de la Educación y la Comunicación Política. Puedes seguirla en Twitter @CortesTM.